El nacimiento del apellido se produce de diversas formas, aunque hay que saber según el historiador Joaquin Carbonell que hasta el siglo XII no existían los apellidos.
Fue en Roma donde comenzó, como costumbre, añadir al nombre el de la tribu o familia a la que pertenecía la persona. Fue a principios de la edad media cuando comenzó a extenderse por el resto de Europa.
Comenzaron a utilizar apellido los nobles feudales que añadían a su nombre el correspondiente a la población que habían conquistado o que correspondía a su señorío.
Comenzaron a utilizar apellido los nobles feudales que añadían a su nombre el correspondiente a la población que habían conquistado o que correspondía a su señorío.
Es a partir de entonces cuando se decide tener un censo para poder identificar a las personas y a sus descendientes. En España el origen de los apellidos es principalmente prerromano, latino, germánico y árabe.
Así Nacen los apellidos, unos por apodos, a menudo por defecto físico, los gentilicios, los toponímicos, los patronímicos o por oficios o profesiones.
Los apellidos Patronímicos fueron y están muy difundidos, y se consideran aquellos que se originaron por un nombre propio, en castellano principalmente se utiliza la desinencia “ez” que significa “hijo de”, por ejemplo González (hijo de Gonzalo) o Hernández (hijo de Hernán).
Los apellidos Toponímicos los más difundidos en el mundo hispano, derivan del nombre del lugar de donde procedía, vivía o poseía tierras la persona o familia asociados al apellido, muchos de ellos precedidos de la preposición de, del, de la o simplemente gentilicios. Por ejemplo Aragonés, de la costa o del pozo.
Después están los apellidos por oficio o profesión, que son aquellos que se derivan de la profesión o el oficio que ejercía la persona o familia asociada al apellido y los apellidos de apodos o descripciones derivados de apodos, motes o descripción física.
En la época de la santa inquisición española cuando algunas etnias tuvieron que huir y cambiar sus apellidos, nacieron algunos apellidos compuestos como san Juan, san Martin o Santamaría.